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viernes, marzo 06, 2009

Dafne II

Dafne piensa, calla... observa sin ver mientras escucha música en el ordenador... - Tengo miedo de que me hagas sufrir, tengo miedo de que me hagas llorar... -


Las frases la transportan y se pierde en los recuerdos, la oficina ha dejado de ser el enjambre que unos minutos antes era, él ya se ha ido con los demás, minutos antes se había llevado a cabo una discusión por msn, así que decidió cerrar un momento la oficina para fumar un cigarrillo en la terraza del edificio, buscaba tal vez despejar su mente atormentada, el aire fresco le acariciaba suavemente mientras su mirada se perdía en el horizonte de esa tan querida ciudad, ¿Que le estaba pasando? ella tenía ya definida su vida, no quería mas complicaciones de la que ya traía consigo.

Como cada mañana al iniciar labores prendía su ordenador y automáticamente el msn abría mostrando a las personas conectadas a esa hora, él estaba ahí, ¿como ocultarse?... lo tenía frente a ella. El flirteo era algo deliciosamente prohibido, solo ahí él le mostraba un interés más allá de lo laboral, y ahora al parecer también se había perdido por una tontería.

Él siempre insistente y ella renuente, queriendo ceder y retrocediendo por el temor a salir lastimada, pero... ¿Acaso él no había retrocedido antes? Le veía el mismo interés en las demás chicas, las mismas sonrisas, las mismas bromas, el mismo distanciamiento... al principio pensó que lo hacía para disimular, más... que sabía ella de él... Sólo lo que habia escuchado de los demás, no era de la ciudad, vivía solo, no recibía llamadas de una señora de... No podía urgar demasiado sin delatarse. Le gustaba provocar celos en ella al tomarla como su amiga confidente y contarle sus aventuras, ese día en particular le había preguntado sobre otra de las chicas nuevas de la empresa, le había dicho que como no veía interes en ella, deseaba conocer a más personas con quien salir y conocer la ciudad, muy a su pesar ella lo entendió, ella no estaba preparada para dejarse llevar por el momento, sólo era una compañera de trabajo mas. Le dolió, por supuesto que se sintió relegada, ella necesitaba ser especial en su vida, no una más. Sus sueños eran solo eso... sueños prohibidos, sueños solitarios, en ellos él era suyo y ella de él... no había nadie más.

El ego de una mujer es quizá igual o mayor que el de un hombre, así que inició el juego prohibido que no debió iniciar, se esmeró en su arreglo, ahora era más provocativa con los demás chicos de la empresa, deseaba que él sintiera lo mismo que ella. Seguiría siendo su amiga pero ahora ella le contaría a él, juego estupido que daña. El resultado... ambos se habian perdido en el laberito del orgullo y el ego.

Las lágrimas no llegaban a sus labios, el viento se encargaba como pulcro pañuelo de secarlas, en la soledad de la terraza desahogaba su dolor antes de volver a su lugar, tenerlo frente a ella y sentir su indiferencia se había convertido en una verdadera tortura, atrás quedaban las miradas disimuladas, el coqueteo reprimido, el roce de sus manos al pasar un documento, las charlas interminables a traves del mensajero. Ese día había parecido interminable y agotador, volvería a casa sin ánimos de soñar, sin ánimos de regresar, deseando no despertar...
Fotos: Google imagenes